Soy raro, lo sé y me gusta

Después de mucho cavilar he decidido mostrar al mundo lo que hay en mis zapatos.

- ¿Qué hay en sus zapatos Dr. Westwick? Me preguntan los alumnos, con visible interés. Durante décadas he sido objeto de burla y todo tipo de rumores.

«El cadáver de su mujer», «una plantilla de pinchos», «los regalos de Papá Noel», «una fábrica de corchos» (Reconozco que éste último chiste nunca lo pillé). Las posibilidades eran de lo más variopintas.

No sé cómo comenzó todo, ni cómo adivinaron que guardaba algo realmente inusual en mi calzado. Simplemente surgió, quizá por alguna insinuación lanzada por mí en clase.

Sea como sea, las leyendas son indestructibles. Desde ese momento me han regalado muchos pares de zapatos, a modo de broma. Pegatinas, colgantes, llaveros con sus mini-zapatos como leitmotiv del souvenir.

Al final de cada clase, al preguntar «¿Tienen ustedes alguna duda?» me asalta el mismo pensamiento: "Alguien va a preguntarlo, ¿Qué hay en sus zapatos Dr. Westwick?". A veces sucede, acompañado de un coro de risas. Yo simplemente ignoro el comentario y doy la clase por finalizada.

Pero estoy cansado. Y quiero terminar con todo esto, estoy decidido.
- Hoy voy a mostrarles a todos ustedes lo que llevo en mis zapatos.

El silencio se extiende en el aula por un instante, luego crecen los murmullos.
- Silencio por favor - exijo.

Con gesto serio me quito los zapatos. Sé lo que va a pasar, pero no me importa. Algún alumno bromea: «¡Joder, qué mal huele!», pero yo ya no estoy.

Tras el grito de sorpresa e incredulidad, otro breve silencio. Algún alumno se acercará con la boca abierta hasta la mesa del profesor. Mirará con asombro el par de zapatos, solos en el centro del aula.

Me acabo de esfumar delante de sus narices.

Envalentonado, uno de ellos cogerá un zapato y mirará en su interior. No verá nada: tan sólo su propio rostro reflejado en un espejo. El Dr. Westwick simplemente, dejó de reflejarse.
* * *


- Déme un momento.
Y yo le doy una manzana y le explico.
- En este momento puede comerse la manzana. Podría decirse que le estoy dando un momento. Vendo tiempo al peso, 1kg de manzanas son como 45 minutos. 45 minutos comiendo manzanas.
- ¿Cuánto es?
- Lo vendo según la cotización diaria del oro: unos $600/oz.
- ¿El tiempo es oro no? Y oiga, ¿por qué no me vende 1oz de oro y yo me paso esos 45 minutos fundiéndolo, por ejemplo?
- Esa sería una mala compra. Una manzana es salud, yo le vendo tiempo y salud a precio de tiempo.

Aún así, día tras día la gente rechaza mi oferta. No saben ver las gangas donde las hay.

* * *


Agnes Lockwood era una mujer normal, salvo una peculiaridad: Cada vez que salía de su casa, al volver había envejecido un año.

A sus padres les pareció divertido en un primer momento.
Sacaron a un bebé recién nacido en su sillita, envuelto en su manta y al regresar era una niña de 1 año, balbuceando su primera palabra.

- Esto es increíble - decía mamá Lockwood, y siempre repetía lo mismo porque tenía un vocabulario muy limitado.

Al día siguiente volvieron a sacar a la niña en el cochecito, mostrándola a todo el mundo como un juguete, animándola a hablar. Al regresar no le hizo falta el cochecito, entró en casa dando sus primeros pasos.

- Pero esto, esto es increíble - comentaba mamá Lockwood a papá Lockwood.Y papá Lockwood asentía, porque era mudo y no podía decir palabra.

A los quince días Agnes Lockwood ya era toda una jovencita, con pechos y todo. Y pidió que no la sacasen más. Tomó sus lecciones en casa y llamaba a sus amigas para que vinieran a visitarla. Sus amigas estaban sorprendidas puesto que la habían conocido tan sólo uno o dos días atrás, y no tardaron mucho en mandarla a la mierda.

Agnes Lockwood se deprimía.

- Hija mía, tienes que salir de casa, aunque no quieras - escribió papá Lockwood en un papelito.
Agnes chilló y chilló, no quería salir, no quería envejecer. Quería crecer a un ritmo normal en casa, sin salir al mundo exterior.
- ¡Pues saldrás! Mientras vivas bajo mi techo harás lo que yo te diga - el bolígrafo de papá Lockwood garabateaba veloz estas palabras.
Agnes salió de casa, dando un portazo, volvió a entrar, salió y entró, salió y gritó desde el exterior:
- ¡Ya soy mayor de edad! ¡Puedo hacer lo que me de la gana!

Mamá Lockwood y papa Lockwood se miraron entristecidos, sabían que tenía razón.
- Esto es increíble - dijo mamá Lockwood entre lágrimas.

Agnes alquiló una pequeña habitación en una casa de huéspedes. Pagaba su estancia trabajando en la propia casa, limpiando habitaciones, lavando y cambiando sábanas, ayudando en la cocina. También hacía pequeñas manualidades que luego su casera regalaba a los invitados.
- No entiendo por qué no sales de esta casa hija mía - la casera sentía lástima por la joven.
Ella le explicó su problema, conmocionada.

La casera se quedó pensativa, durmió mal esa noche y se le salió la sabana de debajo del colchón. Pensó mucho en el problema de Agnes, le dio mil vueltas hasta que se le ocurrió una posible solución.

A la mañana siguiente la casera estaba radiante de felicidad. Se acercó a Agnes diciéndole:
-¡Agnes! ¡He encontrado una solución para el problema!- La joven mostró cara de impaciencia.
-¡Tiras de velcro! - exclamó la casera emocionada-. Una va en la sábana y otra en el canapé, bajo el colchón. Así las sábanas nunca se salen, por mucho que tires.

Agnes saltaba de alegría. -¡Es maravilloso!
-También he pensado en lo tuyo- hizo una pausa y se dirigió a uno de los armarios del recibidor-. Esto son alfombras de la casa- explicó, sacando dos enormes alfombras enrolladas.
«Son de los pasillos del primer piso. A partir de ahora, cuando salgas a la calle extiendes una alfombra desde la escalera hasta la calle y caminas sobre ella llevando la otra alfombra.
Cuando llegues al final extiendes la otra alfombra en la dirección en la que quieras ir y enrollas la primera. Así podrás pasear por la calle y será como si no hubieras salido de casa»

Agnes puso enseguida en práctica el plan de su casera. Estaba excitada ante el movimiento y ruido de la calle y disfrutaba con el ejercicio de extender y enrollar las alfombras. La gente se quedaba mirando extrañada pero a ella no le importaba; por primera vez en su vida estaba disfrutando del aire libre.

Extendió y enrolló muchas alfombras: hasta el cine, la escuela, la cafetería, el cementerio cuando enterró a sus padres, hasta el coche de su primer novio, a una revisión médica por un bulto en el pecho...

El plan de la casera funcionó a la perfección y Agnes envejecía a ritmo normal. Hasta que un aciago día...
- ¡Detente! ¡Detente! - Agnes gritaba desesperada. Un ladrón le había quitado una de las alfombras y salía huyendo entre la multitud.
- ¡Me debes un año! ¿Me oyes? ¡¡Un año!!- gritaba entre sollozos.

Volvió caminando hasta la casa, con la alfombra bajo el brazo. Dio un largo paseo, resignada a no perder el único momento en que podía caminar con total libertad.

La joven pasaba los días en casa, tumbada en la cama, con miedo de salir a la calle y que le robaran otra alfombra. Pasó una semana.

- ¡Agnes Agnes! - la casera subió corriendo las escaleras. Llevaba una nota en su mano para ella.
Agnes la abrió y leyó en su interior: TU AÑO.
- ¡Mira por la ventana! - le animó su casera, nerviosa.

Lo que vio la dejó sin palabras. Bajo su ventana, aparcado, había un camión. ¡Un camión cargado de manzanas!

Comentarios:

CartDestr (cartdestr at gmail dot com) el 14/1/2007 - 09:40

jejeje, me han gustado las 3, ya se echaba de menos que actualizases :P
Pero si las manzanas se pudren... Ya no son salud ¿no? Entonces ya no compras tiempo y salud :P

azo el 14/1/2007 - 11:27

Muy Linch.

¿Has estado leyendo libros interactivos de El Barco de Vapor?

Si quieres que salga de casa, vete a la página 15 y luego vuelve a leer la 4.

Si no, te jodes, porque no hay alternativa.

Ta' bien, aunque como lector medio de tu web puedo afirmar: "No lo piyo. Viva el reaggeton, pongame en su msn si quieren que las lama enteritas daledon@msnlatino.com".

swyx el 14/1/2007 - 14:10

La tercera historia me ha recordado vagamente a la película de Robin Williams "Jack". Muy emotiva.

Lo que pasa es que Agnes no supo aprovechar bien su "desventaja". O sea. Cada vez que salía de casa y volvía a entrar pasaba para ella un año. Solución: sal un año (y si te quieres mantener siempre joven y con los pechos turgentes y vigorosos sal durante más tiempo). Si no entras no envejeces. Tú misma aunque ya es tarde.

Y ahora que pienso, cuando Agnes se casó tuvo un hijo al que llamo Seymour, no?? ;)

CartDestr (cartdestr at gmail dot com) el 14/1/2007 - 20:30

Como lector medio del blog deberías decir algo así como 'Viva Fernando Alonso y Teresa Viejo' ¿no? :P

thessoro (thessoro at gmail dot com) el 14/1/2007 - 20:32

Uhmmm... puedes hacer compota y almacenarlo, o mermelada, y así te dura todo un año. Una ganga, una ganga...
Swyx ya es difícil salir 3 días seguidos de fiesta sin ayuda de sustancias aparte del alcohol y las drogas; como para estar 1 año entero.

Y no... Agnes no vino de ahí :D aunque podría haber venido en mi delirium tremens, como cualquier otra cosa que se me hubiera pasado por la mente.

thessoro (thessoro at gmail dot com) el 14/1/2007 - 20:39

El Barco de Vapor tenía libros interactivos? Yo me conformaba con las series de Timun Mas "Planea tu fuga" o "Elige tu propia aventura". Anda que no molaban.

Nei el 14/1/2007 - 21:29

Uy, "Elige tu propia aventura", uno de mis traumas infantiles ...
Empecé a leer uno de un barco, y lo hundía a las dos páginas una y otra vez y no me dejaban continuar, tenía que volver a empezar. Menuda injusticia.
Es como con los sims. Nunca he comprendido por qué le gusta a la gente ese maldito juego, si la familia se te muere a la media hora o así ...


Este post me ha recordado que tenía que decirte que algunos de los posts que considerabas como "mejores" en el meme, no me lo parecián. Pero como no se podía rezongar ...

Este es uno de los mejores sin duda.

¿Ahora me dices eso tan bonito de "gracias guapa"? Ej que me hace ilu :D

thessoro (thessoro at gmail dot com) el 15/1/2007 - 00:33

Si, se llamaba "Titanic" y tenía muy pocos finales alternativos.

Y lo de los sims... es que tienes que regarlos...

lo de gracias guapa si lo pides ... pierde un poco del encanto ¿no crees?

Nei el 15/1/2007 - 01:18

Pues igual sí que era Titanic. Lo
Respecto a los sims, reconduje las energías constructivas que me habían generado hacia el Quake.

No, si no me afecta, ni me importa ni tendré que estar en terapia de por vida ni nada.
Una está aquí escoñada perdida, sin horario, llueva, truene, haga frío o calor, pendiente, luchando contra las pelusas asesinas gigantes que campan a sus anchas los durante largos periodos de inactividad :p y ni una palabra amable, ni una miraba comprensiva.

Llega una que no conoce más que de la calle y haaaaalaaa, alegriaaa, palabras amables por doquier.

Y no me vengas ahora con "ha sido un accidente, el proceso debe continuar"

Rucito (rucito at hotmail dot com) el 15/1/2007 - 11:53

Pues a mí me parece que lo que Agnes debería hacer es salir a por tabaco, que ya se sabe que es una actividad que toma su tiempo.
He vuelto de Dinamarca, chicos. ¡Qué de frío y qué de lluvia que hay por aquellos lares!
Todo muy bonito, muy limpio y ordenado... La sirenita deja un poco que desear, Yo que esperaba poder tocarle los pechos... Y resulta que está en medio del agua, inaccesible para los degenerados. Lástima.

Probando (hola at hola dot com) el 16/1/2008 - 02:09

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